Sentido vestibular y lateralidad en el aprendizaje
Sentido vestibular y lateralidad en el aprendizaje
Los sentidos vestibular y propioceptivo controlan el equilibrio y la postura entre otras muchas funciones. Estimularlo logra una correcta maduración neurológica y puede ayudar a niños que muestren dificultades en su desarrollo (Problemas Binoculares, auditivos, problemas para controlar sus emociones o para relacionarse, miedos, atención dispersa, tono muscular bajo, torpeza, etc.).
Todo lo que suponga movimiento del cuerpo en el espacio estimula el sentido vestibular. Esto incluye saltar, rodar (hacer «croquetas» sobre el suelo tumbado girando hacia un lado y hacia el otro), girar sobre uno mismo de pie o sobe una silla giratoria, volteretas, columpiarse, bajar por un tobogán, tumbarse sobre una pelota y saltar en todas las direcciones…
El cerebro del niño tiene una gran necesidad de este tipo de estimulación pues es vital para su maduración y crecimiento. Permitamos y fomentemos que los niños corran, salten, se columpien, se cuelguen boca abajo… Porque la maduración física es la base de la maduración emocional, social e intelectual. Y estas últimas no pueden lograr un pleno desarrollo si no lo ha hecho la primera.
Movimiento y Aprendizaje en los Niños
Cuando los bebés nacen, no tienen ningún sentido del equilibrio, este debe ser aprendido y sólo hay una manera de aprender el equilibrio, a través del movimiento.
Cuando el cuerpo se mueve, el cerebro registra la información y forma su propia comprensión de lo que se siente, generando respuestas (movimientos), coordinados. La mayoría de los movimientos de todo el cuerpo contribuyen al aprendizaje del equilibrio. Pero, en particular, son tres los que más influencia tienen, girar, rodar, y colgarse boca abajo. Los niños tienden a hacer estas cosas de manera espontánea, la razón es que el cerebro tiene el deseo de este tipo de movimientos con el fin de estimular el sistema vestibular y establecer su sentido del equilibrio.
Podemos estimular el sentido del equilibrio, haciéndoles girar; el giro debe ser suave, lento y debemos estar atento a sus reacciones, si no están disfrutando reducir la velocidad o detener la actividad e intentarlo en otro momento.
Con una silla giratoria se puede colocar al niño acostado boca arriba, boca abajo o sentado y girar lentamente. Girar en una dirección y luego (también), siempre en la otra. Es mucho mejor hacerlo varias veces al día, que un solo día una gran cantidad de veces seguidas.
La croqueta y la voltereta, completan los movimientos esenciales para EL EQUILIBRIO.
Los niños más grandes que ya pueden caminar y correr pueden hacer estos movimientos por su cuenta (pero siempre podremos estimularles y animarles) . Al principio pueden parecer un poco inestables y fuera de control, pero son movimientos importantes que tienen que aprender a hacer.
Lateralidad y Desarrollo
En el estudio del desarrollo normal del niño se observan diferentes etapas. Cada una de ellas pasa a formar parte de la vertebración de la siguiente. La evolución correcta está claramente definida, pero en cada niño, la velocidad en la que se consigue completar cada una de las etapas puede ser diferente. Hay que respetar estos tiempos; homogeneizar la velocidad madurativa neurológica es un error. Hay niños que estarán preparados para iniciar el proceso de la lectura y la escritura a una edad, mientras que otros no lo estarán.
La lateralidad es el proceso de organización cerebral más importante para poder afrontar con eficacia los aprendizajes de la lectura y la escritura.
La lateralidad permite tener una buena concepción del espacio, del tiempo, una buena integración de la información, tener una correcta memorización, evocación… Poseer una buena organización lateral es necesario para no cometer algunos errores frecuentes; inversiones en la escritura de números, cifras, letras o palabras, no saber colocarse a la izquierda de la página para escribir un texto, no iniciar las operaciones matemáticas básicas por el lado derecho, tener dificultad para integrar la información, recordar los datos estudiados, expresar con orden, por vía oral y/o escrita, la información aprendida…
Cuando un niño tiene dificultad para procesar la información es conveniente hacer un estudio de su dominancia lateral o mejor aún comprobar que el niño tiene una correcta organización lateral para dar el pistoletazo de salida al aprendizaje de la lectura y la escritura.
Hay niños que tienen una lateralidad tardía. Inician el aprendizaje de los símbolos alfanuméricos antes de haber estructurado el predominio lateral.
Otros tienen lateralidad contrariada. Hacen todas las actividades espontaneas con un lado y escriben con la mano contraria. Son zurdos contrariados o diestros contrariados.
También podemos encontrar niños con una lateralidad desordenada. No siguen un patrón organizativo unificado, hacen unas actividades con un lado y otras con el otro. No tienen ningún orden en su actividad cognitiva.
Los niños con lateralidad cruzada se caracterizan por tener dominancia de una mano y usar el ojo contrario. Escribe con la derecha y mira con el ojo izquierdo o viceversa. Estos cruces también pueden estar presentes en la dominancia del oído y de la pierna.
Estos son los trastornos de lateralidad más frecuentes, aunque no los únicos. Y deben ser diagnosticados con acierto para tratarlos específicamente y garantizar el buen aprendizaje futuro.
Para poder definir con certeza la dominancia lateral de un niño es muy importante que su organización pre-lateral (etapas del desarrollo), esté bien estructurada.
Es fundamental también, que la relación inter-hemisférica esté correctamente establecida y que la función visual sea eficaz. Desajustes visuales pueden alterar los resultados del desarrollo de la lateralidad.
Iniciar la adquisición de los conocimientos académicos teniendo una buena organización lateral, garantizará una correcta integración de los aprendizajes académicos básicos.
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